jueves, 29 de marzo de 2012

#46 Continuamos para el delirio

Ahí va la vida, mírala, tan tranquila ella, pasando por encima de todos nosotros...

Han sido unos días bastante curiosos para mi. Ha habido momento en los que me he dejado llevar por el caos de mi alrededor y sobretodo, por el caos de mi interior. He llorado, reído, sentido ganas de dejarme la garganta gritando y también, en cortos periodos de tiempo, me he sentido extrañamente tranquila. He podido aclarar cosas, con ciertas personas y conmigo misma, he pasado más tiempo con gente con la que no lo pasaba, y a la que echaba mucho de menos. He vuelto a recuperar ese lazo que estaba a punto de perderse, y por suerte, se ha vuelto a unir con fuerza. He disfrutado de almuerzos con grupos de amigos en el césped, en casas de compañeras, en la casa de Él. He comenzado a leer mucho más, y a recuperar poco a poco mi hábito tocando la guitarra. He pasado una noche de gritos y movimiento exagerados de cabeza escuchando a Avalanch en directo con uno de mis mejores amigos, y compartido comida china mientras nos contábamos cosas que nadie más sabía. Me he helado en mitad de la noche y he sentido como el calor quemaba un poco mi piel en mitad del día. Me he dejado los pulmones corriendo, saltando y pedaleando. He besado, mucho, pero siempre... no tanto como me gustaría. He comprendido que pase lo que pase siempre puede ser peor, y que el orden del mundo está patas arriba. He descubierto que hay gente que te admira y te odia en secreto, y que a veces tus concepciones sobre esas personas son erróneas, totalmente equivocadas. He comprendido que aunque me vaya a un lugar distinto (pongamos Granada...) siempre volveré a mi lugar. He comprendido que estoy enamorada de mi ciudad, un amor que a veces es una condena incomprensible.

Esta entrada no tiene ni mucho sentido, ni interés para nadie, pero simplemente, me apetecía escribir sobre nada, dejar constancia de mis vivencias, de mis huellas que dejan un rastro psíquico (esto de estudiar Psicopatología me está empezando a afectar...)

Espero que os vaya bien, y aprovecho esta entrada tan sosa para dar un poco de color y agradecer a @Bea_Tou sus comentarios, sus consejos, que confíe en mi para contarme ciertas cosas. Se que no hemos hablado mucho, pero realmente noto que estás ahí. ¡Fíjate! Sin haberte conocido en persona y viviendo a un montón de kilómetros de aquí. Gracias. Sigue siendo así, sincera y sin reparos de decir lo que piensas. Gracias por ser constante comentando en el blog, que se que a veces es un poco pesado de leer, porque simplemente me gusta demasiado escribir y cuando empiezo a contar una cosa se me ocurren veinte. Eres un motivo de peso para que vaya a Madrid, y nos olvidemos un poco de Suecia (tú me entiendes).

martes, 20 de marzo de 2012

#45 El árbol y el río

Imagináos que sois un río. Nacéis en la montaña, puros y frescos. Al principio vuestro nacimiento sólo ocupa un par de metros o menos de ancho, y conforme váis avanzando muchos afluentes se unen a vosotros. Cada vez sois más grandes, lleváis más agua, y se unen a vosotros más afluentes. Sois... eres inmenso, y corres a gran velocidad, transportando hojas y bañando a peces, peor tu única finalidad es ser libre, llegar al mar y fundirte con él para ser sólo uno. Sin embargo, llega un momento, cuando el río va a morir, que el cauce se estrecha, mucho, demasiado, y la velocidad del río aumenta. Justo cuando llegas al mar todas tus moléculas se afanan por llegar al mismo tiempo, pero eso es imposible. Cuando una gran cantidad de agua para por un espacio alargado y estrecho, la velocidad en la salida se hace rápida, empujada por todo lo que llevas detrás de si. Cuando no todo puede salir a la vez, pero la velocidad no disminuye, el río... tú... te desbordas, y lo inundas todo llenándolo de caos y horror, perdiéndote por caminos que no te corresponden, confundiendo a los demás y a ti mismo, sin saber qué hacer ni cómo volver al punto desde dónde partiste, al origen de todo, para intentar hacer las cosas de otra manera. Pero sabes que eso no puede suceder. Un río no puede volver a nacer, sólo intentar hacer de ese nuevo camino algo distinto, intentar cambiar el caos por la magnificiencia. Y cuando todo se calma, el agua que bañó ese nuevo camino hace florecer la hierba y fortalece el tronco para que crezca el árbol que dará sombra a tantos que tú no llegarás a conocer.

La dificultad del ser humano está en darse cuenta que quizás un error pueda traer algo bueno. Cuando estamos sometido a presión todo corre a mucha velocidad, sin poder pensar con claridad, y nos desbordamos, llenando de caos todo lo que nos rodea, volviéndonos tristes y sintiéndonos culpables por todo el mal que hayamos podido ocasionar. La dificultad del ser humano, o de al menos, algunos de ellos, está en reaccionar de forma adecuada ante dichas circunstancias y aprender de lo ocurrido.

Es verdad, por mucho que me haya negado a creerlo, no han sido buenas semanas. He focalizado mi atención en cosas que para mí, personalmente, no tenían importancia o no deberían tenerlas, que en definitiva no son de mi incumbencia. Me he preocupado en exceso por personas que están bien, sufriendo yo lo que ellos realmente no estaban sufriendo. He creído cosas que no son, o que si son, no sería yo la que se estaría engañando. He estado mal al punto de que mi madre decía verme triste y yo no darme cuenta de ello, hasta el punto de sufrir mareos que me hacían estar todo el día cansada. Pero llega un día, no sabes por qué, ni de dónde has sacado las fuerzas, que decides cambiar. No ha durado mucho la apatía, y sinceramente, espero que tarde mucho tiempo en volver (porque volverá, a todos nos toca cada cierto tiempo).

Igual que he mejorado muchas cosas de mí que no me gustaban de forma personal, ha llegado la hora de cambiar algo que me ha traído más disgustos que alegrías: preocuparme en exceso por la gente. Nada de eso de "es que yo soy así", "es que no se hacer otra cosa o comportarme de otra manera". Eso es mentira. Igual que aprendes malos hábítos, puedes desaprenderlos. Sólo hace falta tener paciencia y no defraudarte a ti mismo, trabajar duro y ser constante.

Mi problema es que la gente me importa mucho. Tanto la que está en directa relación conmigo, como aquellas personas importantes para los que lo son para mi. Me preocupa que todos estén bien, que les vaya bien en sus vidas, en ámbitos que a mi ni siquiera me incumben, y me entristece como si fueran mías las dificultades que pasan. Me preocupa que hagan lo que es debido, aunque a veces eso signifique que hagan cosas que a mi no me gusten del todo. Me preocupa crear ambientes en los que todos podamos estar bien, e interesarme por las razones y hechos del pasado que les llevaron a cada uno a tomar una u otra decisión, que les llevaron a ser quienes son. Me preocupo demasiado ¿y todo para qué? Para pasarlo mal.

Si bien algunas veces me he llevado alegrías, en otras ocasiones el sentimiento era totalmente opuesto al de felicidad. Y lo peor de todo, es que con ese estado de ánimo que me induce ese sentimiento he tomado decisiones y he dicho cosas que realmente no sentía. Y estoy harta de eso, de ser tan masoquista, de no dejar que cada uno cometa sus propios errores a costa de que mi lengua sangre de tanto morderla.

Sencillamente, quiero dejar florecer la hierba, sentir que todo puede estar bien cuando sólo debo pensar en mi, cuando cada uno debe solucionar sus propias problemas y tomar decisiones propias. Quiero hacer crecer el tronco del árbol de mi serenidad y preocuparme solo por mi, de una manera egoísta quizás, de una manera en la que no tenga que afectar a nadie mi dolor, y en el que mi felicidad sólo sea compartida por los que quieran compartirla.

Es hora de que el agua penetre en la tierra y el Sol caliente mi piel.
Al fin y al cabo, la Primavera acaba de llegar.

PD: Estas palabras han sido el fruto de ese querer salir todas a la vez, de privarme durante dos días (aunque me propuse que iba a ser una semana) de aislarme, de pensar. Pero soy de esas personas que necesitan escucharse, que necesitan leerse, hacer real sus pensamientos, palpables. Un hábito muy arraigado es la escritura y la expresión de lo que siento de una forma u otra. Ha sido un verdadero desastre esto de intentar estar una semana sin comunicar nada. Tal desastre que sólo ha durado dos días, porque no podía dejar que tantos pensamientos me golpeteasen la cabeza. Cuando los dejo libres, todo está tranquilo, y veo las cosas con más claridad. Ahora me doy cuenta.

sábado, 17 de marzo de 2012

#44 Chicas perdidas

¿Por qué os gustamos tanto? ¿Eh? Lo digo en serio... ¿por qué os obsesionáis con nosotras? ¿Os gusta sufrir? ¿De verdad? ¿Qué os fascina tanto de nosotras? ¡Estamos perdidas!

El tema de esta entrada lleva rondando mi cabeza desde hace mucho tiempo, he pensado mucho en ello. Empecé a ser consciente alrededor de los 15 años (si, me escucháis hablar mucho de esa época, fue demasiado genial), y conforme crezco veo confirmadas mis sospechas: a los chicos buenos les gustan las chicas inestables. A los chicos normales, amables, divertidos, les gustan las chicas con ideas extrañas, con cambios emocionales en ocasiones muy bruscos, que pueden mostrarse apáticas o eufóricas en cuestión de horas, que les gustan a veces cosas contradictorias y a veces creen que ocurren cosas que realmente no son como se presentan.

Soy consciente de que a veces mi comportamiento es raro, que me encariño con facilidad con quien me presta una atención sincera, pero que al mismo tiempo me atosiga tanta excesiva importancia que ponen en mi, tanto control o preocupación a mi juicio innecesario. Se que he confundido, que a veces he dado a entender cosas que no son, que he dejado germinar esperanzas sin verdadero fundamento ni realidad, que he tomado decisiones impulsivas, que hablo mucho y lloro con facilidad, que me gusta gritar y a veces olvidarme del mundo en plena multitud e imaginar que nadie me escucha cuando expreso a viva voz palabras o deseos que nadie más entiende. Se que a veces me engaño con ciertas cosas, que soy a la vez una idealista y una pesimista, que sueño demasiado y espero demasiado de la gente (un error demasiado grande cuando espero divinidades de humanos tan limitados como yo misma). Odio las ataduras, y las promesas a muy largo plazo, pero sin embargo, en lo más profundo de mi ser, quiero que se hagan realidad. Me he escapado muchas veces de los brazos de chicos que me querían, que me entregaron todo, y soy consciente de que los rompí el corazón, o de que se los arranqué de manera agresiva, seca, sin pensar, fríamente, y que luego me he atormentado por ello mucho tiempo (cómo aún hago a veces). Se que mi risa parece dulcemente alocada por cualquier insignificancia, y que os encanta hacerme sonreír, y a mi me encanta que lo hagáis. Que me gusta que me llamen "pequeña", cuando no lo soy, sólo cuando estoy de buenas, porque cuando estoy de malas provoca el efecto contrario. Porque amo lo que no puedo alcanzar, me canso a veces de todo. Porque tengo días muy triste me gusta pasear sola por la ciudad y esperar no encontrarme a nadie, y cotillear las conversaciones de los demás en el autobús (y mirar a las parejas besándose en cualquier parque, eso... me encanta). Soy consciente, simplemente, de que no es fácil tratarme... De que a veces me enfado sin razón, y que soy una cabezona que siempre cree tener la razón cuando está malhumorada.

Y sin embargo, ahí estáis todos los que en algún momento habéis sufrido por mi culpa, y los que aún siguen sufriendo, que es lo peor. Mira que os he dicho que os olvidéis de mi, que no soy buena, que he hecho daño. Os he avisado, pero ahí seguís, junto a mi, a veces pasándolo mal sin motivo, aguantando mis idas y venidas, a pesar de que os aconsejado que vayáis con una chica más normal, más corriente, más fácil de entender y con la que sea más fácil llevar cualquier tipo de relación.

Sois masoquistas. Os lo digo a lo que estuvisteis y a los que abandoné en algún momento, como a los que siguen, amigos y algo más. Pero sobretodo a esos que fueron algo más y al que ahora es algo mucho más que todo lo anterior. ¿Por qué os empecinasteis en "conseguirme" cuando os dije que eso jamás iba a pasar completamente? ¿Por qué sigues autoconveciéndote de que te harás a mi, de que te acostumbrarás?

Os gustan las chicas de las películas de Sofia Coppola, desde la Charlotte perdida en "Lost in Translation" buscando más emoción en su vida, a la Lux de "Las vírgenes suicidas" que se refugia en el sexo para escapar y ser un poco más libre. Os gustarías conocer a vuestra Ramona Flowers particular de Bryan Lee O'Malley ¿verdad? A pesar de que tenga una lista de ex-novios interminables muy peculiares. Os encanta como Clementine vuelve loco a Joel en "Eternal Sunshine of the Spotless Mind", y no os importaría conocer a una chica igual, tan interesante y tan perdida como ella, porque sacrificaríais gustosos vuestra cordura por vivir con una persona que dice aplicar su personalidad a un tinte del pelo. Y para los chicos más arriesgados una Mia Wallace no vendría nada mal ¿a que no? Fruto prohibido como la Lolita de Vladimir Nobokov. Estoy segura de que el chico más bueno se habrá enamorado alguna vez de una Summer de "500 Days of Summer", y que esa chica le negó su amor para irse al mes siguiente con otro, al que le entregaría su vida. Si, si sois de los tipos de chicos a los que aquí me refiero, seguro que os habréis encontrado con algunos de estos tipos de chicas. Seguro que habéis intentado adentraros en el mundo mágico de alguna Amélie, y habéis querido amar a un animal salvaje como la Holly Golightly de "Desayuno con Diamantes".

Porque ese tipo de chicas existen, no son muchas, pero estamos ahí. El cine y la literatura se ha encargado de reunir estos y otros ejemplos de chicas inestables que roban el corazón incluyendo la razón. No todas compartimos todas las características pero si la apatía, la eufroria y la sin razón a partes iguales, junto con sueños inalcanzables y frustraciones.

Seguís ahí, intentando que seamos vuestras, cuando no somos de nadie, ni de nosotras mismas, porque a veces, no podemos entendernos, porque a veces... nos perdemos.

Despertad, y elegid el camino que más os guste, el de las chicas normales y que pasan la mayor parte del tiempo felices, o el camino de las chicas inestables, que viven con extrema intensidad tanto la alegría y la felicidad, como la tristeza. Pero elegidlos teniendo en cuenta los pros y contra de cada elección, y no os quejéis, porque os hemos avisado.

sábado, 3 de marzo de 2012

#43 La hucha de los abrazos

Tenía como unas cinco entradas guardadas en borradores, he estado editándolas poco a poco por que las escribí muy rápido la mayoría. Esas entradas iban a contaros de forma muy alegre y entusiasta mi la celebración de mi 20 cumpleaños, como lo festejé con mi familia, mis padres y mi hermano, mis padrinos, Él y sus padres, y contaros lo feliz que fui esa noche de celebración. Iba a contaros que Suerte Pésima y yo vamos por buen camino, que paseamos juntos una noche por uno de nuestros lugares favoritos, donde vivimos mil aventuras, y que cantamos bajo la Luna y entre lágrimas nuestra canción (tal y como deseé en la entrada #37, que nos tumbamos sobre la hierba, helados y abrazados para ver las estrellas y que aunque con grietas, todo iba volviendo muy poco a poco a su lugar. También iba a contaros que a pesar de eso, semanas después tuvimos una pequeña discusión (la primera que hemos tenido en nuestra vida de amistad), y que esa pequeña pelea sirvió más que cualquier cosa para reírnos el uno del otro y volver a sentir que no todo había cambiado. Iba a contaros que mis padres se volvieron a casar; bueno... que volvieron a renovar sus votos en una ceremonia que se hizo en la Catedral de Sevilla el fin de semana después de San Valentín con motivo de la celebración de sus 25 años de casados, y que fui muy feliz al verlos reír y juntos,  verles ser uno. Iba a hablaros de mis amigos, de lo bien que nos lo pasamos todos juntos, de las cosas tan divertidas que hemos hecho en estas últimas semanas, como cenar en sitios curiosísimos o pasar días en el parque con bicis, cariocas, guitarras y complicidad. ¡Hasta iba a contaros nuestra experiencia haciendo tortitas americanas! Iba a contaros que nuestro viaje a Londres va viento en popa, que ya hemos reservado el Hotel y el vuelo, y todos mis comederos de cabeza a la hora de elegir alojamiento, de que me he vuelto especialista en páginas de viajes y ofertas de vuelos, y de lo ilusionada que estoy por ir, que iremos en la segunda quincena de Agosto y que no paro de buscar información sobre las cosas que veremos Él y yo, y las cosas que me gustaría hacer, por lo que la loca idea que tuve en la entrada #30 se está haciendo realidad. Incluso iba a haceros partícipes de una memoria sobre la estupenda noche los Óscars que pasé con unos amigos, de como me estuve preparando durante semanas viendo todas las películas nominadas en alguna categoría, y os iba a contar las cosas más divertidas y curiosas que pasaron durante la Gala, de lo bien que me lo pasé durante toda la noche en su compañía, comentando como locos todo lo que pasaba y nuestros deseos y predicciones acerca de los ganadores.

Iba a contaros muchas cosas, muy divertidas, pero ahora... no me siento con ánimos de publicar esas entradas finalizadas, que reflejan una felicidad que ahora mismo no siento.

Ayer, todo cambió en mi familia. Uno no se da cuenta de la pesadilla que envuelve a todos hasta que te sumes en ella. Vives en un mundo de tranquilidad, monotonía, aburrimiento y desgana, pero bueno, es un mundo que no se altera, seguro, apáticamente seguro y gris, pero al menos puedes intentar hacer todo lo demás con normalidad. Ahora eso ha cambiado.

Ha cambiado la manera en la que mi padre, mi madre, mi hermano y yo tenemos que pensar a partir de ahora, la forma de hacer las cosas, e incluso nuestras relacionas.

Nunca me han gustado los despachos, ni los maletines de cuero, los relojes caros, los coches de marca y las reuniones de etiqueta, frívolas y mentirosas. Nunca me han gustado las cosas por su mera "importancia" material, ni la obsesión de las personas en torno a conseguir más cosas inútiles y sin sentido, que sólo te hacen sentir vacío. En mi vida solo aspiro a tener un pequeño pisito en el que vivir y a llevarme comida a la boca todos los días. Lo único que de verdad me importa es el amor, es tener a personas a mi alrededor que me quieran y a las que yo pueda querer. Si tengo eso, nada más necesito.

En mi casa, desde mucho antes de que yo naciera se fue forjando una estabilidad que iba a durar 26 años. Una estabilidad que ha traído alegrías durante mucho tiempo, y tristezas durante estos último cinco años. Esa estabilidad ha dado posición a mi familia, reconocimiento social a mi padre, me ha permitido estudiar y costear todo lo que mi hermano y yo hemos necesitado. Pero esa estabilidad, por la que mi padre ha luchado día y noche, que me ha costado discusiones con él y ha hecho que nuestra relación no sea muy buena, que le ha estado pasando factura a su salud, que ha afectado a mi madre y a su estabilidad emocional, y que mi hermano observaba a veces sin entender, acabó ayer.

No, nada va a ser igual. Ni nuestras ideas, ni nuestros sentimientos. Creo que puede se runa oportunidad de comenzar de cero, de dejar quizás de llenar una hucha de monedas y comenzar a llenar una hucha de abrazos, que ha estado vacía durante muchos, demasiados, años.

Tengo miedo, porque no se que va a pasar, porque no se que puedo hacer más que colaborar más e intentar que el ánimo no decaiga. Me han quitado la Beca, ya que era de la Fundación de la empresa, el coche de empresa, el portátil, el móvil y mil cosas más a mi padre. Pero nos han dado una oportunidad, y eso, en la balanza, puede que a la larga pese mucho más. Si bien la situación era insufrible y todos lo estábamos pasando mal, la noticia llegó de forma inesperada, y aunque sentimos nervios en el estómago, veo más sonrisas en mi casa que hasta hace unas cuarenta y ocho horas.

Mi padre es fuerte, es un hombre noble, de ideales bien forjados, que ama a los que le aman, sigue sus ideales sin prestar atención a lo que los demás dicen, es amable y divertido, cariñoso y autoritario. Es mi padre, y de niña le idolatraba. En la adolescencia ejerció su papel autoritario que yo no entendí, pero ahora, quizás, podamos volver a cogernos de la mano y seguir caminando juntos. Ahora es él el que quizás pueda necesitarme si así lo desea, y mi familia y yo, podemos estar mucho más unida.

Es hora de empezar a llenar esa hucha llena de telarañas hasta ayer con gestos más cálidos.