miércoles, 8 de junio de 2011

#19 Dícese de una entrada llamada "Sincera"

La pasada mañana de Sábado, mientras limpiaba y ordenaba mi habitación antes de ponerme a estudiar (cosa que debería estar haciendo ahora...), al abrir el armario decidí echar una ojeada a la enorme caja llena de recuerdos que llevo aumentando poco a poco desde que tenía diez años. Ahora, a mis diecinueve años, todo se ve muy distinto. Vi cajitas con recuerdos de algunos chicos, cartas de mis compañeras de clase y de mis amigos, recuerdos de viajes, campamentos, fiestas, y otras celebraciones, fotografías con amigas, la mayoría de mis agendas, que en el instituto me ayudaban a desahogarme y escapar un poco, a plasmar pensamientos y más recuerdos. Vi muchos de mis diarios, la mayoría de ellos, todos, menos los dos que compartí con unas compañeras de clase cuando tenía ocho y nueve años. Pero desde los diez, guardo todos los diarios y cuadernos que he ido escribiendo a lo largo de este tiempo. Sonreí al leer algunas ocurrencias y dibujos míos del pasado.

Volví a meterlo todo de nuevo en esa enorme caja rosa, y cogí una pequeña caja de bombones redonda en la que estaba guardando todos los recuerdos desde hace ocho meses. Cogí esa pequeñita caja al no poder seguir acumulando cosas en la anterior, y empecé a guardar todos esos pequeños recuerdos: entradas de cine, tarjetas de restaurantes, las gafas de un disfraz, regalos simbólicos, el envoltorio de un paquete de semillas que me regalaron y sembré, entradas de los conciertos y eventos a los que he asistido durante este año a día de hoy, incluso tickets de metro de algunas ciudades. Esta cajita es considerablemente más pequeñita, pero sin embargo, todos esos pequeños recuerdos me hacen sonreír de una forma mucho más destacada que los que están guardados en la enorme caja color rosa chillón.

Hace poco también recuperé algunos escritos que personas importantes en el pasado me regalaron o dedicaron y ahora mismo escucho un listado de canciones que poco a poco personas han ido haciéndolas especiales.

Me siento rodeada de recuerdos del pasado...

Y me gusta. Me gusta tener cosas que para el resto del mundo son insignificantes pero que para mí valen más que todas las riquezas reconocidas socialmente importantes de este mundo. Pero...

Creo que inicié una nueva fase de mi vida hace ya algunos meses y creo que es hora de escribir también sobre mi presente.

Y necesito crear nuevos recuerdos, dejar de dormir entre la melancolía y la morriña, dejar de pensar tanto en qué es lo que hice, cómo y con quién y realmente destacar todo aquello que está marcado por un "ahora".
Necesito un cambio, de esos radicales, que van desde dentro hacia afuera, por convicción y necesidad propia, por puro placer y porque... ya es hora.

Hace unas semanas, en un taller de la Universidad dedicado a las emociones negativas estuvimos tratando el tema de la ira. Yo soy una personas muy participativa en las clases, quizás demasiado, que casi siempre intenta colaborar en preguntas, repsuestas o aportando ideas o sugerencias. Pero ese día... permanecí callada casi toda la hora. Hablaron sobre cómo a las mujeres nos cuenta mucho más expresar nuestra rabia debido a las imposiciones sociales y culturales, de cómo nuestros seres queridos, con la mejor intención, intentan evitar su expresión y por tanto, hacer que la contengamos, junto con todas sus consecuencias negativas físicas, psíquicas y sociales. Hablaron también de la educación familair en el hogar, que debía fomentar la expresión de todo tipo de emociones en un entorno seguro, y así ir regulando el manejo de éstas, haciendo ver que la expresión de la rabia, el miedo o la tristeza no son signos ante el resto de personas ajenas a nosotros de debilidad, sino de autoconocimiento emocional. En ese momento, y aunque en mi garganta se había formado un denso nudo, tuve que hablar y confesar que yo nunca había contado con ese espacio y que precisamente me habían enseñado desde muy pequeña que no debía mostrar mis emociones en público. Tuve que dejar de hablar... pues si no, iba a romper a llorar. ¿Me habían forzado a aniquilar la expresión de mis emociones durante tanto tiempo? ¿En serio?

Hace unos días le comentaba a mi chico que tengo que dejar de tomarme las cosas tan en serio, que tengo que relajarme un poco más para así poder disfrutar de los que me rodean: familia, amigos, él... y sobretodo, disfrutar de mi misma.

Este mismo fin de semana, rodeados de gente y de luces, me encontré hablando con algunos amigos acerca del autoestima, de la estabilidad emocional, de nuestras opiniones sobre diversos temas personales, y me dio mucho que pensar.  Me dio que pensar en que si estábamos tan disgustados con algunas parte de nosotros, si éramos conscientes de que muchos de los problemas no radican en el otro sino en uno mismo, la llave para poder abrir la puerta para acceder a una vida emocional y personal mejor es mucho más fácil de conseguir que si pensamos que la culpa la tiene el otro, el ajeno, el externo a nosotros, a nuestros pensamientos y concepciones sobre el mundo.

Ayer una compañera destacó una manía mía que no me gusta en absoluto pero que ante mis nervios es una vía muy útil de escape aunque dañina. El que ella se diera cuenta y se percatara de esa manía me hizo sentir avergonzada, y fue la gota que colmó el vaso lleno del agua que necesita refrescarme por dentro y por fuera.
En el mismo día, y tras asistir a una tutoría con un profesor de la facultad para resolver algunas dudas de su materia, al despedimr me aconsejó, mirándome a los ojos y en tono preocupado, que por favor me relajase, que le daba la impresión de que era una chica que tendía asobrevalorar mucho las cosas y que eso no es bueno para mi; que debería valorar las cosas en su justa medida, tal y como son, para así poder disfrutarlas más. Baje la cabeza, también un poco avergonzada. Tenía razón.

Siempre me había escusado con que yo era así y siempre lo había sido, que era muy difícil cambiar eso, pero es que... no me ayudan ciertos aspectos de mi misma, y mi madurez también debería verse reflejada en la toma de buenas decisiones. Así que espero, poder conseguir mis objetivos marcados, y aunque se que será una tarea dura, quiero esforzarme y poder contar con la ayuda de los que me rodean de regular algunos tipos de comportamientos o pensamiento.

Durante una semana completa han pasado muchas cosas que a modo de indicaciones llenas de luces fluorescentes acompañadas con sonidos llamativos llamaban mi atención para parar este ritmo de vida emocional que llevo.

No estoy diciendo con todo esto, que la culpa de todo la tengo yo, pero si que está en mi el modo de llevar cada asunto vital y la forma de solucionarlo en mayor o menor medida. Y así, ante una de las conclusiones, como es la de que no debemos empezar por cambiarnos a nosotros mismos antes de cambiar a los demás, espero tomarme (después de los exámenes) largo tiempo para reflexionar, organizar mis ideas, buscar soluciones a problemas y seguir cultivando algunas cualidades ya existentes.

Se acerca el Verano, y quizás puede que la luz del Sol de calor a algunas formas de ver la vida, de quererse a una misma y a los demás y que así puedan crecer más fuerte. Espero que el Verano traiga el calor y rompa los fríos y antiguos esquemas con los que llevo viviendo demasiado tiempo.

Tiempo en el cuál, cada vez me voy dando cuenta, que la educación que he recibido, tanto en el colegio como en mi casa, no ha sido la adecuada. Mis tutores, tanto profesores como mis padres me han ayudado a encauzar mi camino de una forma adecuada ( o eso creo) en términos académicos, pero han obviado aspectos muy importantes sobre la inteligencia emocional y social, que ahora... debo aprender y hacer míos.

Un tipo especial de escuela creo que se abre ante mi... y espero poder aprobar todas sus asignaturas, que en comparación, son mucho más díficiles de superar que las de calculadora, lápiz y papel.
Inconscientemente... he estado redactando mi inscripción en esta escuela durante muchísimos años... tantos como los años que cuento con la capacidad de leer y escribir.

Ahora que lo pienso no he dejado de escribir desde que tenía siete u ocho años. Siempre he escrito en cuadernitos, en diarios, en blogs... Siempre he sentido la necesidad de dejar libres muchas emociones, pensamientos, sensaciones, vivencias... Ya que me estraba casi prohibido mostrarlas públicamente...

Me he hecho daño, sin ser totalmente consciente, durante mucho tiempo. A mi y quizás a muchos de los que han estado conmigo. Pero por fin me he dado cuenta de las cosas que debo cambiar, las cosas que debo mantener y otras... que quiero alcanzar. quieor crear nuevos recuerdos, y sonreír ante todos y cada uno de ellos en el futuro. Quiero amar esta vida tal y como es, sin esperar más ni menos.

1 comentario:

  1. Las pequeñas cosas son las que hacen el mundo, eso no se puede negar, una cajita con papeles, fotos o una agenda no parece gran cosa para el mundo pero para ti significa mucho...

    Las personas, habitualmente, no decidimos que nos va a ocurrir en el día a día pero sí que podemos intentar afrontarlas de una manera u otra. Es importante (y te felicito por ello) que te pares a observar cómo llevas las situaciones a las que te enfrentas a diario y que te pares a pensar en cómo actúas. ¡PERO OJO! no debes ser dura contigo misma ni castigarte por no actuar como crees que debería haberlo hecho ya que nadie nace sabiendo y en la gran mayoría de los casos las personas tenemos opiniones muy distintas según la etapa de la vida en la que estamos.

    Ánimo.

    ElJovenAprendiz :P

    Pd: El nombre ese sale solo no me he preocupado en cambiarlo XD

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