domingo, 5 de mayo de 2013

#86 La gravedad de los pensamientos en el Mar Caribe

Es la primera vez desde que comencé el blog que me paso un mes entero sin escribir.
Abril... has sido raro, muy raro amigo, y a penas aún hoy logro entenderte.

Realmente tengo recuerdos difusos de lo que ha pasado en Abril, y ahora que estamos en Mayo siento como si hubiera pasado de forma fugaz, pero al mismo tiempo, ha removido cosas dentro de mí que parecían estar bien formadas.

Empezaré por algo que aún hoy sigue invadiendo mis pensamientos: me han concedido una Beca Santander Iberoamérica para estudiar un semestre en la Universidad del Sagrado Corazón de Puerto Rico. Sí, Puerto Rico, una isla idílica justo al otro lado del océano Atlántico, allá en el Nuevo Mundo, América. La verdad es que fue una sorpresa ver mi nombre en la lista de los seleccionados, ya que la solicitud la hice casi sin darme cuenta y sin ser muy consciente de lo que estaba rellenando, así que nada de eso estaba en mis planes. temblando me fui al salón a contárselo a mi madre, y ella se puso igual o más nerviosa que yo, pero me miró y me dijo "hay trenes en la vida que sólo pasan una vez, o los coges, o los pierdes", y sin saber qué hacer ni qué decir, me paré un momento y sonreí "¡me voy a Puerto Rico!" dije aumentando el volumen de mi voz. La emoción me duró tres días completos, y sólo podía pensar en ello. Mis padres estaban emocionados y nerviosos, y sólo hacían planes y bromeaban. Mis compañeros me felicitaban y me daban la enhorabuena, y mis amigos estaban histéricos de la emoción y la alegría de la noticia. Sin embargo... al pasar el tiempo fui bajando de la nube de un sueño que nunca llegué a creerme y acabé volviendo a la realidad, a ver las cosas de forma objetiva. Bajé tanto de la nube, que casi me paso la superficie y sigo bajando hasta el subsuelo... Me entró miedo, me volví cobarde, me puse en lo peor. Me di cuenta de que no iba a poder ver a mi familia ni a mis amigos, que allí iba a estar sola en un sitio extraño, que Él no iba a estar conmigo y que no le vería durante seis meses. Me di cuenta de que si me iba podría poner en juego mi carrera, todo mi expediente académico que tanto trabajo me ha costado y me está costando conseguir. Me di cuenta de que lo único bueno que tenía la beca que me habían concedido era Puerto Rico, el país en sí mismo, y que sólo estaba tan entusiasmada por poder vivir durante un tiempo en un sitio distinto, tan exótico y diferente al de aquí, junto con la posibilidad de conocer a gente distinta. Pensé que si me iba, y en el caso de que me concedieran la beca por la que de verdad he luchado durante este tiempo, una Beca de Investigación, debería rechazarla. Me agobié tanto que me planté en seco y me negué a poner en riesgo todo lo que había conseguido hasta ahora. Está claro que sería una aventura ir hasta Puerto Rico, pero... eso no estaba entre mis planes, no es algo que yo he deseado ni siquiera buscado. Es una muy buena oportunidad, una oportunidad maravillosa, pero que también tiene sus sombras.

Lo hablé con Él, que desde el primer momento sintió miedo porque me fuera, y me escuchó y entendió todo lo que intentaba decirle. Hablamos de las ventajas e inconvenientes de cada cosa, y lo tuve aún más claro: no podía irme.

Lo hablé con mis padres, y bueno... no se muy bien cómo les sentó el hecho de que les comentase mis pensamientos y mis dudas al hecho de irme. Hablaron de que era una gran oportunidad para mi, de que mucha gente mataría por oportunidades como ésta, de que no debía tener tanto miedo porque las cosas fueran mal. Hablaron de que pocas personas logran sacarse el título de Bachillerato, muy pocas logran sacarse una carrera, y aún mucho menos personas pueden estudiar en el extranjero como yo podía hacer. Me sentí cobarde. Esa es la verdad. Pero también me dio por pensar que yo no había hecho nada malo, simplemente estaba tomando una decisión por mí misma. No tenía por qué aceptar todo lo que me diesen, fuese bueno o malo. Yo decido cómo recorrer mi camino, y según mi juicio. No obstante, insistieron en que la decisión era mía, y que me apoyarían en cualquier caso. Aún así...

Lo hablé con mis amigos más cercanos y todos ellos me animaron a que me fuera, que ellos darían lo que fuera por una oportunidad así, y que seguro que todo me iba a ir bien. Sin embargo, sentí en todo momento, que ninguno logró ponerse en mi lugar.

Realmente siento que ninguna de las personas que he mencionado antes se ha puesto en mi lugar, o al menos, yo lo he sentido así. Han intentado aconsejarme imaginando cómo me siento, pero no se han acercado mucho, o quizás, yo no lo he notado. Eso también me dio qué pensar... Realmente ¿existen personas realmente empáticas? Yo creía que lo era, incluso que personas que conocía lo eran, sin embargo estoy empezando a ser consciente de que no es así. Y si fuera cierto, quién es nadie para dar consejos sobre asuntos que sólo conciernen a una persona en concreto. Se que no puedo ser tan radical en este pensamiento, y que los consejos que nos damos unos a otros en nuestra situaciones diarias son muy útiles e importantes en nuestras vidas, pero a veces, en ciertos momentos... es imposible.

Ahora mismo siento que estoy en el cruce de dos caminos, y que no existe uno mejor que otro, sólo que cada uno me llevará a un sitio distinto, a vivir y conocer mundos y personas distintas. Elija lo que elija ganaré unas cosas y perderé otras. No hay una opción buena y otra mala. De ahí la enorme dificultad de tomar una decisión.

Aquí soy feliz... Con mis paseos por la ciudad, con mis amigos y mi familia, con las aventuras de la mano de Él. Quiero que mi vida se llene de aventuras, pero quiero elegir qué aventuras vivir y poder sentirme libre de embarcarme en ellas, sola o en compañía. Quizás deje pasar esta oportunidad... y quizás vengan otras. Yo lo único que quiero, es ser feliz.

¡Y hablando de ser feliz! ¡Estoy harta que me digan que tengo que ser la mejor en lo que haga! ¡Yo no quiero ser la mejor! ¡Yo sólo quiero ser feliz! Necesito aclarar esto aquí porque ya han sido muchas las ocasiones en las que me han dicho que haga lo que haga, tengo que ser la mejor. ¿Por qué? Y mejor aún ¿quién decide qué persona es la mejor en esta u otra cosa? ¡Es algo absurdo! Quizás personas que nosotros consideramos que son las mejores en algo, no lo son porque no conocemos a nadie más así. No se si me explico. Lo que quiero decir es que yo lo único que quiero es ser feliz, y decido el modo en que quiero serlo.  Me da igual ser la mejor o la peor en algo, siempre que sea feliz. Evidentemente me esfuerzo por conseguir las cosas que quiero, pero no busco ser la mejor en algo. Si da la coincidencia de que eso ocurra ¡fantástico! Pero seamos honestos ¿quién es el mejor de los mejores en alguien? Si alguien conoce al mejor de todo el mundo en algo, que me lo presente, porque podríamos discutir largo y tendido esa condición suya tan especial.

Como dije hace un par de noches, "si el pensamiento existiese como entidad física real mi cabeza estaría desbordada, y os desbordaría a vosotros a veces... Y pesaría... mucho".

Espero encontrar la calma poco a poco, porque este mes se presenta movido en cuestiones académicas y necesito estar centrada y no bajar la guardia. Necesitaría dormir con Él todas las noches, y que me sostuviese fuerte. Así todo sería más fácil...


PD: Enhorabuena pequeño, cada día eres más grande. Llegarás muy lejos, ya lo verás. 
Muchos ya se están empezando a dar cuenta de algo que yo supe nada más conocerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario