miércoles, 27 de abril de 2011

#16 De naranjas y libélulas

Mientras escribo esta entrada escucho a Ludovico Einaudi. Dicen de su música que es ambiental, para meditar y a menudo introspectiva. Y hoy quiero hablaros de esa parte de mi, que últimamente sale demasiado a la luz.

Siempre me han gustado las pequeñas cosas, y he disfrutado de cada una de ellas. Celebro cualquier mínimo gesto, palabra, acción con efusividad. Nunca me he dejado convencer con explicaciones fáciles o simples, que intentan evadir la auténtica raíz y causa de todo. Siempre me he sentido muy unida a los que de verdad he querido, y en consecuencia, muy dolida por sus posibles faltas conmigo.

No aguanto las mentiras, la falta de respeto, la prepotencia ni la pedantería. No suelo aguantar mucho tiempo al lado de una persona superficial. No soporto el egoísmo, la intolerancia y la falta total de empatía, la ignorancia consentida, la violencia y la injusticia.

Lo cierto es que, por una cosa o por otra, siempre he disfrutado más de compañías con historias curiosas y sinceras que contar, sin peliculeos ni nada por el estilo. Siempre me ha gustado estar rodeada de gente que valora la vida tal como es, que sabe lo malo y lo bueno que tiene, y que se queda con esto último. Conozco y he conocido personas con pasados (y en ocasiones presentes) tristes o dramáticos, y otras que han sido siempre muy felices, que han podido ver muchas cosas. De todas ellas he intentado e intento aprender algo bueno.

Cuando digo que me gusta coleccionar historias curiosas no es una mera forma de hablar, es que realmente busco a aquellas personas cuyas vidas puedan enseñarme.

Pero hoy... hoy he aprendido de mi propia historia, de mi misma.

Imaginaos esta situación:

"Es el año 2050 y la Tierra ha sido devastada por diversos ataques nucleares. Sólo existen cuatro refugios en todo el mundo, y tú, junto a otras doce personas, con las que has convivido y trabajado codo con codo durante siete meses, habéis llegado al único refugio que existe en 2000 Km a la redonda, pero sólo cuatro personas pueden entrar. Tenéis diez minutos previos para decidir, las características fundamentales que deben tener esas cuatro personas. Posteriormente, cada uno, empleará tan sólo 30 segundos para justificar por qué debe o no entrar en el refugio frente al resto de compañeros. El tiempo corre, y las decisiones han de tomarse con rapidez y la cabeza fría. Las emociones no cuentan. El riesgo de muerte inminente y de exterminio de la raza humana por completo es cada vez más acusado. Algunos deciden de forma sincera que no son la mejor opción para entrar en el refugio, que otros, que consideran mejores que ellos, deberían entrar. Otros se muestran insensibles y ríen, mostrándose seguros de que ellos serán la mejor opción para el futuro de la humanidad y que entrarán. El resto se muestra confuso y desorientado, y en ellos se produce el encuentro de numerosas sensaciones. Os informan de que el tiempo apremia, que debéis elegir a los cuatro que se salvarán. Cada uno de los miembros coge cuatro frágiles ramitas del suelo y... las repartirá, uno por uno, a todo aquel que considere apto para salvarse, diciéndole y mirándole a los ojos "tú entras" y de la misma forma, acercarse uno por uno a cada compañero que no ha elegido y decirle "tú no entras". Algunos comienzan a llorar desesperados y otros empiezan a reír por puro nerviosismo. Finalmente, se descubren cuáles son los cuatro elegidos y muy lentamente andan hacia la puerta de entrada del refugio. Tú, te has quedado fuera. En ese momento te comunican que no toda la información te ha sido dada, y que, dentro del refugio, están todos tus seres queridos y los de tus compañeros, tanto de los que entran, como de los que no. De repente se te viene el mundo encima. No sólo vas a morir de una forma horrible, si no que además lo vas a hacer solo, casi sin haber luchado por ello, llevando el sufrimiento de tu pérdida a los que le importas. Desesperado, gritas entre lágrimas y casi sin voz a tus antiguos cuatro compañeros, que si van a salvarse, le hagan llegar un último mensaje a tu madre, a tu pareja, a tu mejor amigo... La puerta del refugio se abre, y tus compañeros entran y tú, te quedas solo, esperando la muerte, con la sensación de no haber luchado casi nada por ello"


Quizás os he pedido demasiado al intentar que os imagináseis esta situación, pues realmente es muy complicado leer un pequeño fragmento a vivirlo.
No es el año 2050 ni la Tierra está siendo devastada por ataques nucleares, ni mucho menos, y yo no he estado en una situación tan extreman nunca, pero en la sesión de Taller Vivencial de hoy, en un juego de psicodrama, la situación en la que nos hemos tenido que ver inmersos ha sido esta misma. Han sido dos horas duras, en las que un simple juego de ficción ha ido evolucionando poco a poco hasta meterse en tu mente, y llegar a recrear, en mi caso, mi mayor pesadilla: quedarme completamente sola. Hasta la cuarta fase del juego, en la que me dijeron que todos mis seres queridos estaban dentro, solo creía que era un simple juego, pero a raíz de conocer ese dato, todo cambió. Estaban recreando mi pesadilla, y de una forma horrible, porque además, no podía despertar de ella, no esta vez. Se que sólo eran mi imaginación y mis creencias en el juego en aquel momento, pero era tan intenso que no pude reprimirme más y lo solté todo en un mar de lágrimas. Si hubiera sabido eso, habría luchado con uñas y dientes por salvarme a mí, no lo hubiera considera tan siquiera un simple juego, porque no concibo considerar ese tipo de cosas ni en broma si quiera. Realmente, en mi mente, no fue la historia la que se hizo real, si no la sensación de soledad, de vacío, de impotencia, de frustración, de tristeza, de miedo, de desesperación al fin y al cabo.

Cuando acabó el juego, tuvimos que volver a la realidad muy lentamente con otras técnicas, pero de esa experiencia tan intensa solo puedo decir, que el sentimiento de agradecimiento a todos los que quiero y me quieren es ahora mucho más intenso.

A veces me gustaría ser como esas personas que he dicho no puedo soportar. Viven, a mi parecer, más despreocupadas por los sentimientos ajenos, por la realidad de otros y de la suya misma, viven quizás solos con ellos mismos, pero al menos, eso podría llegar a darles en algunos momentos, más tranquilidad y autosatisfacción.

Pero cuando pienso en frío y me miro a mi misma, no en el espejo, sino con los ojos cerrados, desde dentro, veo que ese deseo es el de alguien que busca un camino fácil... y a mi nunca me han gustado esos caminos.

Vivo la vida con intensidad, tanto los buenos momentos como los malos, y me dejo llevar por mis sensaciones, las saludo y las dejo acomodarse dentro de mí, para que me hagan sentir humana cada día. Escucho e intento que me escuchen. Me gusta hablar, quizás demasiado, y reírme sola o en compañía, con mucha fuerza y de forma sincera. Me gustan hasta mis enfados absurdos, y otros que no lo son tanto, y de ellos sale esa fuerza que a veces intento que no me controle. Pido perdón cuando la ocasión y la persona lo merecen sin mucho esfuerzo, es una necesidad vital hacerlo cuando sé que no he hecho algo bien. Puede parecer egoísta, pero me quedo más tranquila. Así como también me deja más serena hablar con aquella persona con la que pueda tener un problema, sin importarme que ella no quiera escucharme o solucionar las cosas; me gusta intentarlo. A veces no aguanto a personas que tienen mis mismos defectos, y me alegro al mismo tiempo que me sorprendo con aquellas personas que tienen mis mismas virtudes. Me gusta bailar sola, y aún más desnuda,en mi habitación, cuando no hay nadie en casa, cuando simplemente estoy eufórica, y gritar y saltar como una loca. Sueño demasiado, y a veces creo en expectativas muy altas. Me asusta perder a las personas que más quiero, creo que es mi mayor temor, junto con el de hacerles daño. Tengo cambios de humor repentinos, y a veces hablo con brusquedad, como también puedo hacerlo de forma muy animada y amistosa. Cuando quiero estar sola, no aguanto la compañía de nadie excepto la del silencio. Me encanta abrazar a mis amigos cuando se que van a recibir bien mis abrazos, pero a penas saludo con besos o similares al resto de personas. A veces soy demasiado empática, y ver el dolor ajeno puede hacerme sufrir y volverme callada durante horas o días, al igual que me lleno de felicidad y alegría cuando la gente que me rodea tiene de verdad esos sentimientos.

Como esa libélula de alas frágiles pero que las mueve muy fuertemente, para ascender cada vez más y más alto, yo hago conmigo y mis emociones, que me ayudan a vivir la vida como es, para saborearla en todas sus facetas, para sentir que cada "tic-tac" del reloj ha merecido la pena.

Me gusta sacarle el jugo a todo en esta vida, aunque haya naranjas dulces y naranjas amargas, porque me aferro a ella con fuerza, y pase lo que pase, los buenos momentos que te da compensan todo lo demás.
A veces ser tan reflexiva, mostrarme tan pensativa y silenciosa a veces, vivir cada momento con total intensidad, sentir mis emociones sin temor y poder expresarlas abiertamente incomode a algunos. Y si es el caso: yo no tengo encadenado a nadie a mi lado, puede irse cuando quiera y ser feliz con otras personas =)

Al resto: sois unos valientes y me encanta(ría) vivir la vida con vosotros como el Sol: con luz, intensidad y nuevas energías cada mañana (...y dándonos calorcito del "güeno")

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