sábado, 4 de febrero de 2012

#40 Frozen Russian, Red


Desgraciadamente, no he ido a muchos conciertos en mi vida. A decir verdad, que haya ido por propia iniciativa han sido sólo tres, sin contar los conciertos de grupos de amigos, a los que voy encantada.
De esos tres conciertos, dos fueron el año pasado, The Wall de Pink Floyd (aunque fue un show realizado por Roger Waters) el 25 de Marzo en Madrid, y el de los ZZ Top el 16 de Julio en Córdoba. En ellos disfruté como una niña, y el de The Wall fue para mi un sueño, una experiencia irrepetible, un concierto que creo poca gente podrá superar en un futuro. Quizás no escribí mucho sobre estas experiencias en su momento, pero fueron verdaderamente importantes y las viví con mucha intensidad.

Sin embargo, a pesar de que esos dos conciertos fueron grandiosos y congregaron a centenares de personas, el de ayer, fue algo distinto, especial, mágico...

Conocí a Russian Red cuando tenía 16 años y solo recuerdo que era Otoño. Escuché una canción saltando de MySpace en MySpace hasta que encontré a Russian Red, y puedo decir que fue un flechazo. Sus canciones me hablaban a mi, de forma íntima, cálida y a la vez con fuerza. Me obsesioné con ella, con las letras, con la música, con su forma de cantar, incluso me parecía tremendamente bella y a la vez muy sencilla (como a mi me gustan las cosas) su apariencia en el escenario y su forma de hablar en las entrevistas, algo tímida pero muy clara y centrada. A la Navidad siguiente mis padres me regalaron una guitarra acústica, y aunque no la toco todo lo que debería y lo que me gustaría, las primeras canciones que intenté tocar fueron aquellas del primer disco 'I Love Your Glasses' que me regaló (envuelto en papel de periódico) por mi cumpleaños un  muy buen amigo. Me perdí varios conciertos que daba en los alrededores de mi ciudad y yo me entristecía por ello. Siempre tenía algún compromiso al que asistir o demasiado ocupada para poder disfrutar de ella en directo. Pasaba el tiempo, y aunque sacaba nuevas canciones o hacía versiones de otras muy conocidas, necesitaba saber si iba a grabar algún CD más, si seguiría con la música, pues en sus primeras entrevistas creo recordar haber leído que no estaba dentro de sus planes, pero finalmente... yo, junto con muchas más personas recibimos la gran noticia de que a pesar de todo un nuevo disco estaba en marcha. Entusiasmada escuché los primeros sencillos, y poco a poco, a fuerza de tanto escucharlo acabé aprendiéndome todas las canciones. Él me regaló la Edición Japonesa del 'Fuerteventura' en Navidad y mis padres, las ansiadas entradas para por fin poder ver en concierto a Russian Red. No paré de repetírselo a mis amigos y familiares, pues el entusiasmo que sentía era muy pronunciado y siempre sonreía al recordar que pronto estaría en frente de ella oyéndola cantar en directo, intentando imaginar que vería mi sonrisa cantando sus canciones al mismo tiempo que ella tocaba la guitarra y el teatro nos llenaba de luces a todos los congregados en el Teatro. Sin embargo, la época de exámenes ensombrecía mi alegría un poco, y justo un día antes del concierto, justo un día antes de acabar los exámenes recordé súbitamente que sólo quedaban horas para poder cumplir ese deseo de tantos años...

Llegó el 3 de Febero y aunque cansada del estudio mi ilusión me llenó de energía y junto con unos amigos y Él nos dirigimos a Jerez, pues el concierto comenzaría a las ocho y media en el Teatro Villamarta, y aunque llegamos una hora y media antes, y aunque no dije nada a mis acompañantes, me moría de nervios por dentro y quería estar allí sentada, en tercera fila (que al final se convirtió en segunda) para captar cada segundo del espectáculo. Llegó la hora, y había muchísima gente. El Teatro era precioso y estábamos muy cerca del escenario, repleto de instrumentos y adornado con un gran letrero de 'Russian Red' de purpurina plateada. Él me cogió de la mano fuertemente y las luces se apagaron lentamente...

Empecé a vislumbrar sombras en el escenario y por fin... escuché su voz.
Estaba justo en frente mía, y durante todo el concierto tuve la ilusión de que me miraba, de que a veces se fijaba en mi, en como la miraba sin para de sonreír, embobada, cantando para mi, sin que nadie me escuchase todas las canciones que ella cantaba. La magia que trasmite en el escenario es de un valor y una riqueza incalculable. Hizo nueva cada canción que ya tenía profundamente memorizada en mi cabeza, cambiando la melodía y la intensidad de una forma tan sutil y a la vez tan diferente que aumentaron mi admiración, y a pesar de que no se podían hacer fotos ni grabar vídeos mi discreta Diana Mini intentó con dos o tres disparos captar el colorido setlist de canciones. Tocó todo 'Fuerteventura', algunas del 'I Love Your Glasses', como Cigarettes y No Past Land, y las versiones de Big Me de los Foo Fighters y So Long Marianne de Leonard Cohen. 

Sin embargo, debo pedir perdón al lector por haber estado hablando en singular hasta ahora, pues parte importante del concierto recaía sobre Pablo Serrano con su magnífico humor y su singular conjunto de percusión, y Brian Hunt, que con timidez y elegancia, acompañaron a Lourdes Hernández durante todo el concierto aportando el oxígeno y la luz para que floreciera cada composición.

Interactuaron muchísimo con el público, cosa que creo todos agradecimos, y que ayudó a crear un ambiente muy cercano y familiar entre todos. Lourdes compartió recuerdos, anécdotas sobre su familia, confesiones sobre letras casi olvidadas. A pesar de confesarnos que tenía gripe, se la veía estupenda en el escenario, con un precioso vestido rojo y medias celestes con zapatos, que al igual que el cartel, brillaban con la luz de la purpurina plateada. Se unió con todos los asistentes, y con el vínculo padre-hija, haciendo un pequeño regalo, saludando desde el escenario a esa chica que ese mismo día había recibido dos cajas de bombones de su padre el mismo día que asistiría a ver a Russian Red. La misma chica que estaba justo en la butaca de mi derecha y que recibió de forma muy expresiva ese maravilloso regalo personal por parte de Lourdes.

Intentaron despedirse dos veces, pero ante los incesantes aplausos y los vítores y gritos de los que allí estábamos disfrutando tanto no consiguieron realizar su objetivo hasta la tercera vez, que con una increíble espectáculo de percusión y luces dieron final a un concierto inolvidable con Mi canción 7.

Como me pasa siempre, me resulta muy complicado expresar con palabras todo lo que siento en un concierto, pero este en especial lo viví como si fuera un sueño. A pensar me creía que estaba ahí, delante de ella, escuchándola en directo, después de tanto tiempo escuchándola en mi habitación. 

Quiero darle las gracias a Él, por agarrarme de la mano en cada canción y querer vivir conmigo esta experiencia, por querer verme sonreír siempre y estar presente en cada deseo o sueño que poco a poco voy cumpliendo. También quiero darle las gracias a Helmetk, por permitirnos alojarnos en su increíble casa-palacio, que me ha enamorado completamente, por su tamaño, su historia (fue construida en 1837), por su belleza, llena de libros, de títeres y de rincones secretos con fantasmas; y por habernos enseñado un poco de Jerez. Y también gracias a su chica, por haber vivido conmigo, después del concierto alguna que otra charla emocionada que siempre me gusta tener, y sentir que las dos habíamos sentido cosas parecidas durante el concierto. Es fantástico cumplir deseos y vivir experiencias bellas, pero es mucho mejor cuando tienes a tu lado gente que merece la pena para compartirlo.

Han sido casi dos días estupendos y que recordaré con cariño durante muchísimo tiempo.
Siempre recordaré aquel frío Febrero en Jerez, en el que te escuché por primera vez...

1 comentario:

  1. Me alegro de que te pasara algo tan chulo el día de mi cumpleaños a muchoossss kilómetros de distancia!!!
    Al contrario de lo que te pasa a ti, yo he estado en mil conciertos! es que a Madrid siempre vienen todos y a mí me gustan demasiados! jaja Pero no recuerdo ninguno con tanta intesidad como lo que cuentas tú, qué envidia!!

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