domingo, 16 de diciembre de 2012

#76 ModArt

Creo que este año he descubierto un mundo que he negado, criticado, y no he entendido nunca... hasta ahora. Este año ha sido el año en el que he descubierto el mundo de la moda.
¡No, no os vayáis! ¡Os prometo que no me he convertido en una chica superficial o frívola! Tranquilos, sigo siendo la misma, simplemente, he descubierto otra manera de hacer arte al mismo tiempo que te expresas y te muestras a los demás.

Nunca he sido una gran belleza, al menos no me he considerado de tal forma. Es más, en el colegio y en el instituto tenía la certera creencia de que era fea, feita, del montón tirando para lo bajo. En mi casa nunca se ha acostumbrado a piropear a ningún miembro de la familia, así que yo, al ver que a mis amigas sus madres si les decían lo bonitas que eran, y la mía no me decía absolutamente de nada, empecé a pensar que sería por algo: simplemente, yo no era bonita. Si ni si quiera mi madre me lo decía, es que de verdad no lo era ni en broma.

Además, siempre me ha gustado jugar con los niños, y las niñas me rechazaban mucho en el instituto. Mientras muchas iban a discotecas, comenzaban a maquillarse, o empezaban a tener sus líos particulares con los chicos, yo me dedicaba a leer, a ver películas y a salir con mis amigos, la mayoría chicos. Chicos, que además, me trataban como un igual (al menos eso fue durante un largo periodo de tiempo, hasta que... bueno...).

Me sentía muy cómoda. No me entristecía no compartir con las chicas de mi edad todas esas cosas que para mí eran muy superficiales, muy lejanas a mí, muy frías. Por eso quizás, pude vestir como quise, con unas pintas que ahora mismo me hacen reír al recordarlas. Pude hacer lo que quise sin que se me dijese que eso era o no típico de chicas, porque mi vida fue durante mucho tiempo, un mundo de chicos. Y creo que es un mundo muy divertido, mucho más sano la mayoría de las veces que el de las chicas. No quiero parecer sexista, pues no lo soy, pero reconozcamos, que no compartimos las mismas cosas un sexo y otro, y es un hecho... ¡y una suerte!.

Sin embargo, ahora, tengo 20 años, y veo a todos esos grupos de amigas enormes, de mi edad o mucho menos, saliendo juntas, todas vestidas, igual, con sus móviles en mano y gritando por las calles de la ciudad y en el autobús para que todos vean que ahí están ellas, dispuestas a darlo todo. Debo confesar, como creo que ya hice una vez, que envidio esos grupos de chicas que se conocen de la infancia y han compartido tantas cosas. Sin embargo, no me gusta en absoluto el grado de similitud tan alto que existe entre ellas. Cuando las veo, todas van, sometimes, muy monas, pero... con iguales peinados, bolsos similares, zapatos idénticos, y vestidos del mismo estilo de confección. Y, claro, yo me pregunto... ¿dónde está su individualidad? ¿y su personalidad distintiva y en parte única al resto? Entonces, las vuelvo a mirar, y me miro a mi misma, y solo puedo sonreír.

Quizás vaya sola cuando ellas van en grupo, quizás ellas atraen muchas más miradas que yo, y llevan ropa mucho más cara y bonita que la mía, pero... ¿de verdad las diferenciaríais?

Este año he descubierto que la moda y el arte van unidas de la mano. Es más, para mi actualmente, la moda es otra expresión del arte. Y tal como dice la segunda acepción de la palabra "arte" en el Diccionario de la RAE:
arte. (Del lat. ars, artis, y este calco del gr. τέχνη).
 2. amb. Manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros.

Por lo que... ¿por qué no puede ser la moda otra de esas manifestaciones del arte en la que por medio de prendas puedas expresar tus ideas, sentimientos o incluso tu propia personalidad?

Debo confesar que estas reflexiones comenzaron en Londres. Una de las cosas que hizo que me enamorara de Londres (entre muchas) fue su gente. Me enamoré del estilo de vestir londinense, de cómo las chicas iban perfectas, y llevaban prendas que yo soñaba con poder llevar aquí, en Sevilla cuando era imposible poder hacerlo, por no sentirme cómoda. Tantos estilos de vestir distintos, y todos tan bien combinados, y tan bien incluidos en cada persona. Noté como cada persona iba cómo mejor se sentía, como lo que yo veía era un reflejo de lo que en parte ellos mismo eran, y me enamoré de ese ambiente de elegancia, extravagancia y sentimiento todo equilibrado en una persona. Las tiendas de Londres, el arte callejero, sus museos y sus visitantes: ¡todo era precioso! ¡Todo combinaba a la perfección! Incluso la extravagancia tenía cabida, y debía tenerla, al igual que la sofistiquez y la elegancia inglesa. Londres me abrió las puertas a un mundo que yo desconocía. Me sentía tan bien entre sus calles, con su gente... Me sentía tan bonita, tan libre, tan yo misma, que cada persona con la que me cruzaba me parecía bella. No encuentro las palabras adecuadas para describir lo que siento por esa ciudad y por todo lo que se pasó por mi cabeza mientras estaba en ella. La echo tanto de menos...

Al regresar a España noté cuanto me había influido estar en Londres tan solo cinco días.
Un detalle que ahora recuerdo con cierta inocencia y de forma divertida al mismo tiempo, fue el hecho de que a mi regreso de Londres, la primera vez que salí por la noche en Sevilla lo hice con el pelo recogido de forma coqueta y con... los labios pintados de rojo.

Nunca me había pintado los labios, o al menos, no de una forma tan descarada.
Londres me dio fuerza, me hizo sentirme bella, y decidí mostrarme ante los demás como yo me sentía: valiente, bonita y femenina. Y me pinté los labios de rojo con una barra anticuada que tenía mi madre abandonada en un cajón. Me gusta pensar que fue mi insignia de libertad, mi decisión a mostrarme como quería ser, el inicio en mi feminidad demostrada.

Tras esa experiencia, abrí los ojos, y descubrí cuanto me gustaban los diseños de Valentino, Marchesa o Anne Valerie Hash, entre otros. Descubrí que verdaderamente si que me interesaba y me preocupaba por ir bien vestida, y empecé a interesarme por trucos de belleza. Internet me ayudó mucho, y encontré sitios tan maravillosos como The Beauty Department, o a la simpatiquísima Nikkie. Descubrí tiendas sorprendentes, con todo aquello que no suelo encontrar en mi ciudad, como Asos, NastyGal , FreePeople o la magnífica base de datos de Polyvore, junto con blogs de moda que combinan el interés por el diseño en muchos ámbitos, como Because o Decade.

Ahora, la moda, o el concepto que yo tengo de lo que es para mi la moda, ha cambiado totalmente, y se ha convertido en un tema recurrente en mi día a día, por el que al menos comienzo a interesarme como aprendiz o aficionada, sin caer en la locura y en muchos problemas que todos conocemos que existen hoy en día en ese mundo. Me gustaría poder encontrar un hueco, de vez en cuando, para hablar de mi visión de la moda, e intentar hacerla mía. Como en todo, soy un poco quisquillosa, y lo hago todo a mi manera, por lo que en este campo de intereses no podía ser de otra forma. No me gusta toda la moda, sino una porción, quizás muy pequeña, de ella, pero que para mi, es fascinante.

Creo que es importante sentirse bien con uno mismo, y saber potenciar muchas cualidades que todos poseemos, y querernos tal como somos, conociendo lo bueno y lo malo de nosotros y de los demás, ser realistas, y mostrarnos tal y como somos, imaginando un mundo en el que todos puedan mirar al cielo y gritar "este/a soy yo", y no avergonzarse de ello. Pero sobretodo, creo que es importante identificarse con lo que uno siente y con la forma en la que cada uno se considera, sin dejarse llevar por la masa hasta perderse. Creo que es importante crear la originalidad en cada uno, y dejar de parecernos tanto los unos a los otros.

La moda es un modo de expresión de uno mismo, y siento que es maltratada cuando se usa sin conciencia, sin control, cuando simplemente no se le encuentra el sentido a algo que nació para tenerlo.

Lo importante es sentir, y poder sentir la libertad de expresarte como eres.

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